lunes, 8 de julio de 2013

"Los mercados financieros y su raro dopaje"

La Voz de Galicia, Mercados, 7-VII-2013.
A ORILLAS DE LA CIFRA

Xosé Carlos Arias

         Los mercados financieros y su raro dopaje

Después de unos meses de aparente calma, es indudable que los mercados financieros han retornado a un escenario de inestabilidad y nerviosismo, que probablemente permanezca con nosotros, por lo menos, hasta el final del verano. Las razones son diversas y conocidas: los pronósticos controvertidos sobre la evolución de la eurozona en el inmediato futuro, respecto de lo cual tan pronto aparece una predicción de leve salida de la recesión, como otra que anuncia todo lo contrario; las dudas crecientes sobre los países emergentes; o la inestabilidad política en diversos países (Portugal, Grecia o Italia, donde una eventual caída del gobierno Letta, es vista como potencialmente catastrófica).

Pero la razón más importante del tensionamiento de los mercados debe buscarse en otra parte: en la posibilidad de retirada de los mecanismos de estímulo monetario por parte de algunos importantes bancos centrales, sobre todo la Reserva Federal norteamericana. Recuérdese que fue en el frente de las políticas monetarias donde se registraron, durante el ya casi lustro de duración de la crisis, las respuestas más contundentes y continuadas a las tendencias fuertemente contractivas observadas en buena parte del mundo desarrollado. Lo cual contrastó mucho con las políticas fiscales, que más bien jugaron en sentido contrario a partir de 2010, como una notable rémora para la demanda agregada. En ese contexto, la Reserva Federal, por ejemplo, utilizó todos los medios, por tierra mar y aire, para favorecer la expansión ante el shock del crédito, desde tipos de interés de casi cero a operaciones no convencionales de creación directa de liquidez. Otros bancos centrales no llegaron a tanto, pero sus líneas de actuación convergieron en esa dirección; la excepción principal ya se sabe que ha sido el BCE, que sólo utilizó esos medios de forma ocasional y siempre dubitativa.

Aunque Ben Bernanke y otros dirigentes de bancos centrales han insistido en que sería necesario mantener los estímulos hasta al menos 2015, todo indica que efectivamente están ahora mismo preparando su retirada a lo largo de los próximos meses. ¿Las razones?. Dos son las más destacadas. La primera es que la economía norteamericana parece haber entrado, al fin, en un cauce de recuperación sólida, aunque lo haga de un modo muy lento. Pero la más importante es, sin duda, la segunda razón: después de tanto tiempo de uso, la política monetaria ultraexpansiva está dando muestras de agotamiento: ni los tipos de interés tienen margen para la bajada, ni la creación directa de liquidez da ya para mucho más, cuando el balance del propio banco central se ha más que triplicado desde 2007.

Pero es que, además, la larga duración de los mecanismos extraordinarios ha ido originando algunos problemas y perversiones, sobre todo relacionados con el reparto muy desigual de los flujos monetarios (lo que probaría que los mecanismos de transmisión de la política siguen sin funcionar correctamente):  no hay duda de que mientras algunos importantes sectores de la economía real, tanto en Estados Unidos como en otros países, siguen teniendo dificultades para acceder al crédito, se han ido originando algunas nuevas burbujas… que podrían estallar y crear nuevas dificultades a la economía global.

Si todo lo anterior es cierto, entonces podemos estar ante un puzzle de difícil solución: sostenida la lucha contra la depresión en el dopaje de los estímulos monetarios muy heterodoxos, difícil será que su desaparición no agudice unos problemas que en buena parte del mundo tienen todavía mucho que ver con la permanencia de la trampa de liquidez. Ante ello, además de la prudencia extrema en las operaciones de retirada, que debieran ser progresivas y lentas, el único remedio convincente es su rápida sustitución por otros frentes de impulso macroeconómico; y aquí no aparecen más candidatos que los impulsos fiscales selectivos, por mucho que la señora Merkel y otros gobernantes se pongan histéricos al escucharlo. Porque por mucho que hagamos analogías con los ambientes ciclistas, quedarse sin ningún tipo de instrumento para el sostén de la demanda a escala global –los japoneses parecen haberlo entendido ya- sería el camino seguro para volver al colapso.