lunes, 11 de febrero de 2013

"Tercera fase: ¿Japón indica el camino?"

"Tercera fase: ¿Japón indica el camino?", La Voz de Galicia, Mercados, 10-II-2013.

A ORILLAS DE LA CIFRA

Xosé Carlos Arias

           Tercera fase: ¿Japón indica el camino?

A medida que nos vamos internando en 2013, se refuerza la impresión de que, más tarde o más temprano, este año podríamos asistir a la aparición de una nueva fase de la crisis –la tercera-, sobre todo en lo que se refiere a las respuestas de política pública para hacerle frente. Las dos primeras, ya se sabe, tuvieron orientaciones abiertamente contradictorias entre sí: en 2008-2009 la línea de las políticas macroeconómicas, tanto la monetaria como la fiscal, fue ultraexpansiva, con un uso masivo de todo tipo de estímulos a la demanda. Frente a eso, a partir de mayo de 2010 y hasta ahora mismo, lo que se impone es una prioridad por la consolidación fiscal, que en el caso europeo ha tenido manifestaciones casi patológicas.

Es curioso que, a pesar de sus muchas diferencias, las dos políticas también hayan presentado elementos de similitud: ambas fueron adoptadas al borde del precipicio, sin márgenes para muchas meditaciones, y por eso tuvieron un carácter improvisado que las llevó a cometer muchos errores. El otro elemento común es su carácter desmesurado –podría decirse que desaforado-, de estimulación casi sin límite, primero, y recortes a discreción, en el segundo. Los efectos secundarios fueron en los dos casos nefastos, pero hay que decir que la política de 2009 al menos consiguió su principal objetivo, evitar que la economía global cayera en una profunda depresión, mientras que la de los dos últimos años apenas consiguió mejoras en lo que tanto ha buscado: la reconducción de las deudas públicas soberanas a sendas sostenibles. Y ello a pesar de que habernos devuelto a la presente situación de recesión paneuropea.

Es por esto último que cada vez son más fuertes las voces que hablan de la necesidad ineludible de transitar ya, ahora mismo, a una política diferente: a una tercera fase de las políticas anti-crisis. Veremos lo que pasa en Europa, donde mucho depende de las coyunturas electorales. En todo caso, el reforzamiento de la figura de François Hollande en el espacio europeo tras la operación militar en Mali, podría favorecer ese tránsito, por ser el presidente francés su más explícito partidario: una coalición del sur europeo a favor de algún compromiso con el crecimiento cobra ahora más verosimilitud. En Estados Unidos, por su parte, durante los últimos años el activismo contra la crisis ha recaído sobre todo en la política monetaria, pero todo indica que sus resultados están ya a punto de agotarse: después de más de cuatro años con tipos de interés de casi cero, y habiéndose más que triplicado el balance de la propia Reserva Federal como consecuencia de las operaciones de quantitative easing, pocos márgenes quedan ya a la política monetaria. Lo que sugiere que en ese país, a pesar de las amenazas de abismo fiscal, no tardaremos en ver de nuevo importantes estímulos fiscales selectivos.

Pero la verdadera novedad está en otro gran país industrial, Japón, en donde el nuevo gobierno de Shinzo Abe acaba de dar un viraje radical a la política económica, con el fin de atajar de una vez los grandes problema del país: sus tendencias profundas al estancamiento y la deflación. Se basa en introducir de inmediato grandes programas de gasto público, y obligar al Banco de Japón a relajar su objetivo de inflación, en la vulneración más expresa que cabe recordar del principio de independencia de la banca central desde hace mucho tiempo. Esto último resulta por sí mismo muy revelador, por cuanto anuncia que ese principio, indiscutido en la fase de expansión, acaso experimente un serio retroceso en los próximos años con carácter general.

La nueva orientación suscita muchas dudas y algún temor; es lógico que sea así, dado su alto grado de heterodoxia, pero también debido al carácter político de ese gobierno, decididamente conservador y ultranacionalista (además, por supuesto, de que las siniestras declaraciones de algunos de sus ministros en otros ámbitos, como la conveniencia de recortar la vida de los pensionistas, susciten escasas simpatías). En algunos países se teme que el control sobre el Banco de Japón vaya en realidad dirigido a una estrategia de depreciación competitiva del yen que conduzca a una espiral proteccionista. De ser así, su impacto sobre el comercio resultaría muy dañino. En cualquier caso, de momento cabe observar que ese gobierno muestra su decisión de utilizar todos los recursos disponibles, fiscales y monetarios, para frenar el desastre.

¿Japón señala el camino para el futuro inmediato al resto de los países desarrollados?, se ha preguntado el economista de Berkeley Barry Eichengreen. En todos sus términos, seguramente no. Aunque algún efecto es seguro que surtirá: la experiencia de ese país podría estar apuntando a una mayor diversidad en la definición de las políticas entre los diferentes países, pero también a que los recortes a mansalva tienen los días contados en todas partes.